Imagínate estar de pie al borde de un abismo oscuro y misterioso, ese es el fracaso como lo conocemos. Esta sombra ominosa provoca miedo y ansiedad, dudamos, retrocedemos, y a menudo nos rendimos antes de siquiera intentarlo. Pero, ¿y si pudieras ver más allá de esa oscuridad? ¿Y si el fracaso, ese monstruo temido, no fuera un enemigo, sino un guía que te lleva por el camino del aprendizaje y el crecimiento? Hoy, quiero invitarte a descubrir por qué el fracaso es, de hecho, nuestro aliado más invaluable en la búsqueda del éxito.

Déjame contarte la historia de Miguel, un amigo de la infancia. Él era esa clase de chico al que nadie le prestaba mucha atención en la secundaria. No era un fenómeno académico ni destacaba por su habilidad atlética. De hecho, había una especie de invisibilidad que envolvía a Miguel en aquellos días. Y, sin embargo, en esa aparente normalidad residía una inquietud, una ambición que trascendía la rutina del aula y las trivialidades de la adolescencia.

Miguel soñaba con tener su propio negocio. Lo decía con una convicción que solo los soñadores empedernidos poseen. Podías ver la certeza en sus ojos, una luz que reflejaba su visión y deseo de labrar su propio camino en el mundo empresarial.

Lo vi desafiando las adversidades del emprendimiento durante años. Miguel era un luchador cotidiano.

Para los observadores externos, los giros y vueltas de Miguel eran sinónimos de fracaso. Pero, para él, cada cambio brusco, cada pérdida, era simplemente una nueva coordenada en su mapa hacia el éxito.

Recuerdo su resiliencia ante cada revés. En lugar de rendirse ante los golpes, Miguel se limpiaba la cara y decía: “a lo que sigue”. Cada vez que algo parecía golpearlo, él absorbía el golpe, aprendía de él y se levantaba más fuerte.

Hoy, varias décadas después, Miguel ha transformado esas lecciones en una cadena de 47 tiendas de licores. Su teléfono de verdad no deja de sonar con llamadas de cientos de restaurantes levantando pedidos. Se ha forjado un camino propio, construyendo un imperio desde cero, y todo a raíz de cada supuesto “fracaso” que se cruzó en su camino.

Esta historia ilustra las tres lecciones más importantes que podemos aprender del fracaso. 

• Lección uno: El fracaso nos enseña a ser resilientes.

En nuestra vida, enfrentaremos desafíos. Nos enfrentaremos a situaciones difíciles, a reveses y a obstáculos que parecerán insuperables. Pero es a través de estos desafíos que nos fortalecemos. Al igual que un músculo que se ejercita y se fortalece con el uso, nuestra resiliencia se fortalece cada vez que enfrentamos un fracaso.

Cada vez que nos caemos y nos levantamos, aprendemos a resistir. Aprendemos que podemos superar los desafíos, que podemos perseverar a pesar de las adversidades. Al igual que mi amigo, podemos utilizar estos “fracasos” como oportunidades para desarrollar nuestra resiliencia y convertirnos en personas más fuertes y decididas.

• Lección dos: El fracaso nos revela nuestras debilidades.

Es fácil perderse en el brillo del éxito y olvidarse de nuestras debilidades. Sin embargo, cada vez que fracasamos, se nos presenta una valiosa oportunidad para identificar nuestras áreas de mejora.

Cada fracaso es un espejo que refleja las áreas en las que necesitamos trabajar. Nos proporciona la oportunidad de analizar nuestros errores, de entender lo que salió mal y por qué. De esta manera, cada fracaso se convierte en un escalón hacia un mejor nosotros, hacia una versión más desarrollada y refinada de nosotros mismos.

• Lección tres: El fracaso puede ser un motor de innovación.

Cuando las cosas no funcionan como esperábamos, nos vemos obligados a pensar de manera diferente. A buscar nuevas soluciones, a probar nuevos enfoques. En otras palabras, el fracaso puede actuar como un catalizador para la innovación.

Imagina si los inventores y los científicos hubieran renunciado al primer signo de fracaso. Si Thomas Edison hubiera dejado de intentar después de su primer intento fallido para inventar la bombilla. Si los hermanos Wright se hubieran dado por vencidos después de su primer intento fallido para volar. No tendríamos muchas de las comodidades y tecnologías que hoy damos por sentado.

El fracaso nos fuerza a salir de nuestra zona de confort. Nos obliga a ser creativos y a buscar nuevas formas de resolver problemas. Es, en última instancia, una fuente de innovación y progreso.

Además de estas lecciones, hay otro elemento esencial en nuestra relación con el fracaso: la emoción de intentarlo una y otra vez. ¿Recuerdas la sensación de aprender a caminar o a montar en bicicleta cuando eras niño? Probablemente te caíste muchas veces. Pero cada vez que te caías, te levantabas e intentabas de nuevo. Y eventualmente, aprendiste.

En la adultez, ese proceso no cambia mucho. Cuando enfrentamos un fracaso, podemos elegir quedarnos en el suelo o levantarnos e intentarlo de nuevo. Y es en ese proceso de intentar una y otra vez, de persistir a pesar de los obstáculos, donde descubrimos la verdadera emoción de la vida.

No olvides la importancia de escuchar tu intuición. En este mundo lleno de ruido e información, es fácil perder de vista nuestra propia voz. Es fácil dejarse llevar por las opiniones y los juicios de los demás y olvidarse de lo que realmente queremos.

Pero tú eres quien conoce realmente sus sueños y sus pasiones. Tú eres quien sabe lo que es mejor para ti. Así que, aunque el camino hacia tus sueños pueda estar lleno de fracasos y obstáculos, confía en tu intuición. Confiar en ti es el primer paso hacia el éxito.

Cuando te encuentres cara a cara con el fracaso, recuerda no ver el fracaso como un final, sino como una oportunidad para crecer, aprender e innovar. Cada fracaso es simplemente una etapa en el camino hacia el éxito. Y más importante aún, recuerda abrazar el fracaso. Porque, después de todo, es siempre positivo.

Iván Fernández De Lara
CEO Ventas Consultivas & Konzeppt Inbound Marketing
Conoce más acerca de mi trayectoria y experiencia en mis RRSS

• LinkedIn
• Facebook
• YouTube